sábado, diciembre 23, 2006
viernes, diciembre 22, 2006
Un comentario
No consigo saber quién es el amo aquí. Cambio bajo mi piel de perro a lobo. Cada noche desgarro a dentelladas todo lazo ceñido al corazón, y cada amanecer me encuentro con mi jaula de obediencia en el lomo. Si devoro a mi dios uso su rostro debajo de mi máscara, y sin embargo sólo bebo en el abrevadero de los hombres un aterciopelado veneno de piedad que raspa en las entrañas.